Después de conocer y querer a República Dominicana y a su gente desde hace unos 14 años, y viendo que su situación ha empeorado en los últimos tres años, decidimos fundar la Asociación de Ayuda al Niño de República Dominicana ( Dominikanische Kinderhilfe e.V, ). Tras registrar la Asociación y de conseguir que se la declare de Utilidad Publica, emprendimos el 1 de junio de 2004 la primera acción de ayuda.
Problemas en la aduana
Cargados con ocho maletas llenas de medicinas, ropa y "chuches" salimos de Frankfurt camino a Puerto Plata. Tras nueve horas de vuelo, comenzamos a ver los contornos de la isla, la patria de "nuestros" niños, República Dominicana. Fue una sensación indescriptible. Hay que vivirla. Tras un buen aterrizaje, llegamos hacia las dos de la tarde a la sala con las cintas de equipaje y esperamos, un poco cansados, con dos carritos, que llegaran nuestras ocho maletas. Poco a poco fueron llegando y las cargamos en los carritos, sudando como pollos debido al fallo del aire acondicionado. Bueno, más que fallo del aire acondicionado, debería decir a la falta de corriente eléctrica causada por el empeoramiento de la situación económica en este país tan bonito.
Eran pues casi las dos de la tarde y los aduaneros dominicanos todavía estaban en plena forma. A unos pasos de la salida vimos lo que se nos venia encima. Los funcionarios de aduana estaban empeñados en controlar el contenido de todas las maletas: "Es posible que traigan alimentos o medicamentos". La cosa comenzó a ponerse emocionante. Con una mezcla de temor, pero al mismo tiempo seguridad en nosotros mismos, nos acercamos a unos cinco metros de la aduana. Estábamos relativamente tranquilos, porque veníamos bien preparados. Por lo menos eso pensábamos.
¡STOP! exclamó el funcionario de aduanas cuando nos queríamos colar en la fila. Con un movimiento de la mano nos dio a entender que pusiéramos el equipaje en la cinta y que lo abriéramos. Pero, de repente: ¿ Qué era eso?. Mi mujer salió disparada hacia mi carrito y sacó un documento blanco con el sello del Consulado General Dominicano de Hamburgo. Era nuestro Permiso de Importación; la cooperación y respaldo que nos dieron el Cónsul General, Alberto Díaz; su Secretario, el señor Lewinek; y sus colaboradores, que en las últimas semanas nos apoyaron de una forma extraordinaria.
Ese importantísimo documento, junto al Carné de la Asociación, que había sido traducido al español por si acaso, se lo dio mi mujer al funcionario dándole a la vez a entender que no estábamos dispuestos a dejar que nos controlara las maletas. La cara que se le puso al aduanero no se puede describir. "¿Cómo se puede atrever un gringo a llevarle la contraria?". Se quedó atónito, desbordado. El documento decía que nos debía dejar pasar sin revisar el contenido de las maletas. ¡Eso era imposible! ¿O no? Mejor preguntar a un colega y que lea el documento. Pronto se unió un tercer funcionario y se pusieron a discutir.
Mi mujer, mientras tanto, les miraba desafiante, con los brazos en jarras y señalando el Carné de la Asociación decía: "Para los niños" ¿Y qué pasó? ¿Se dejaron intimidar los aduaneros, que estaban con los nervios de punta, por la actitud de mi mujer? De repente, nos dieron a entender que podíamos pasar sin ser controlados. Mi mujer les arrancó los papeles de la mano, y me siguió con la cabeza bien alta. En ese momento tenia la tensión a punto de explotar. Y yo sólo pensaba: "Rápido, fuera de aquí antes de que se lo piensen de nuevo". Una vez fuera, me tranquilicé y mi primer cigarrillo me supo a gloria.
Recibimiento en Puerto Plata
Por fin estábamos fuera del edificio del aeropuerto, cegados por el sol. Ahora adivina quien es el encargado del Consulado de ir a buscarnos. Sólo veíamos decenas de caras oscuras y un par de guías atacados de los nervios. Finalmente una cara conocida. ¡Ya era hora!. El marido de la diputada ILana Neumann nos saludó cariñosamente.
La primera pregunta fue si pasamos bien la aduana. Le contamos la historia y sólo sonrió irónicamente. Bueno, ahora a meter las maletas en el coche, y rápido al hotel. A mitad de camino, empecé a sudar otra vez, pero no por culpa del aire acondicionado, sino por la forma de conducir que tienen los dominicanos. Al llegar al hotel, se echaron un montón de mozos sobre la camioneta para ayudar a descargarla. Y mi mujer salió volando a buscar los dos primeros cubalibres, que saboreamos muy lentamente.
Al llegar a nuestra habitación, nos dio en la cara la brisa fresca del aire acondicionado. Abrimos rápidamente una de las maletas y guardamos los medicamentos que contenía en la nevera. Una de las medicinas la teníamos que entregar urgentemente el mismo día de nuestra llegada. A continuación, mi mujer deshizo las maletas, algo muy aburrido que la dejo hacer a ella encantado.
Esa noche dormí profundamente, debido al viaje y también al ron. A las seis de la mañana se acabó la noche. Me levanté en plena forma y sin dolor de cabeza, algo seguramente debido a la buena calidad del ron. La ducha helada me dejó bien despierto. Después de secarme el pelo con el secador de viaje, que no funcionaba como yo quería hasta que me di cuenta que era el voltaje equivocado, cogí mi móvil, puse una tarjeta prepago, y lo encendí. ¡Dios mío! ¿Qué es eso? Todo estaba en español. Después de un cuarto de hora tiré el teléfono a un rincón y me fui a duchar otra vez.
Primer encuentro con Petra
El segundo día conseguí que mi móvil estuviera en alemán. Busqué el número de teléfono del médico Norbert Scheufele (DocHolyday) y llamé. Dejé timbrar 3 ó 4 veces y ya iba a colgar, cuando de pronto contestó una voz de mujer muy agradable. Era Petra, la mujer de DocHolyday. Ella me contaba casi pidiendo perdón, que su marido se había tenido que ir a Alemania, porque su madre estaba gravemente enferma. Nos citamos por la tarde en nuestro hotel. Ya estaba atardeciendo y nos entraron dudas de si habíamos quedado a las siete de la tarde alemanas o dominicanas. Hay que tener en cuenta que las 19:00 alemanas son puntuales, y las 19:00 dominicanas pueden llegar a ser hasta las diez de la noche. Hacia las siete de la tarde íbamos pues mi mujer y yo paseando tranquilamente hacia la recepción. ¿Quién estaba allí? Madre e hija, y con puntualidad alemana, es decir 5 minutos antes.
Durante una prolongada cena hablamos de cómo viven una mayoría de los niños en el país. Y llegamos a la conclusión de que la situación que soportan muchos niños dominicanos es muy dura. Apenas tienen comida, no hay ninguna o muy poca presencia escolar porque los padres no pueden hacer frente a los gastos, así como ninguna o muy mala asistencia médica por el mismo motivo. El tratamiento médico es gratis, pero hay que pagar las medicinas, algo imposible para la población sin recursos.
¿Por dónde podríamos empezar con nuestros pocos medios? Nosotros no tenemos 30 millones de euros de la "Ayuda al desarrollo" que dicen que Alemania invirtió en 2003 en Republica Dominicana para escuelas y proyectos sociales. ¡De eso, no vimos nada! Nosotros quisimos mirar más allá de lo que ven los turistas, de la playa, la música y la diversión. Vimos mucha miseria, y niños sin ningún motivo para sonreír. A propuesta de Petra, la mujer de Doc, decidimos empezar por el campo, en La Cienega, en Cabarete.
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Un emotivo día en La Cienega (Cabarete)
El 11 de junio de 2004 fuimos con una jeepeta cargada de ropa y "chuches" hacia La Cienega, en Cabarete. Llegados a una esquina del pueblo, donde las casetas ya casi no merecían ni ese nombre, empezamos a desempaquetar la ropa para los niños. ¡Qué curioso! Yo pensé que todos empezarían a empujarse y a pelear por los cosas como en las rebajas de los grandes almacenes. Pero todo lo contrario, las madres con sus hijos buscaban de forma muy civilizada entre las cosas, y lo que no les servía, lo volvían a poner en su sitio. Tras media hora, la jeepeta se quedó absolutamente vacía. Lo mejor fueron las "chuches" para los niños. Ninguno fue egoísta, nadie se cogió 2 cosas, y el último regaliz se lo repartieron entre varios.
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Todo fue muy emocionante y continuamente se nos llenaban los ojos de lágrimas. También a Petra, que vive en el país. Mis sentimientos no se pueden describir. Eso hay que vivirlo. En este tipo de situaciones, creo que soy demasiado blando para este mundo.
Luego preguntamos a los niños: "¿Quién quiere ir el año que viene a la escuela? Elegimos a los diez primeros niños, los que se presentaron más rápido y anotamos sus nombres. Estos niños recibirán de nuestra Asociación, en agosto de 2005, su uniforme escolar, así como todo el material necesario para la escuela. Esperamos que les podamos dar la posibilidad a más niños de ir a la escuela en 2005.
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Para ayudar necesitamos donativos
Eso dependerá en todo momento de las donaciones que podamos reunir en nuestra Cuenta de Donativos.
Cuenta de Donativos :
Dominikanische Kinderhilfe e.V.
Stadtsparkasse Cuxhaven
BLZ 241 500 01
Numero de Cuenta 311472
Trasferencia internacional de Crédito
BIC BRLADE21CUX
IBAN DE84241500010000311472
Entrega de medicinas a la diputada Neumann
Nos dieron hora con la muy ocupada diputada Ilana Neuman Hernández para el día 13 de junio de 2004 para la entrega de las medicinas. Al ver todos los medicamentos que habíamos traído no se podía calmar y no paraba de dar las gracias. Ella se encarga de repartir las medicinas entre los médicos que atienden gratuitamente a los enfermos sin recursos, y que de esta manera podrán entregar también gratis las medicinas que necesiten. El 14 de junio entregamos también algunos medicamentos a Petra. DocHolyday los necesitaba para sus pacientes pobres. A continuación fuimos a una pequeña clínica con una única cama de parto. Allí entregamos bodys para bebés, para que los niños no se vayan a casa envueltos en paños.
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Resultado de nuestro viaje
La fuerza que viene del corazón te anima a hacer cosas de las que normalmente no serías capaz.
(Traducido por A. K. y J.F. D.)