El 16 de noviembre nos pusimos en camino hacia Düsseldorf.
Allí pernoctamos en casa de Henry e Irena. Al día siguiente nos llevó Henry al aeropuerto. Llegamos al avión por los pelos porque los entretuvimos demasiado charlando. A las nueve de la mañana salió el vuelo hacia Puerto Plata. Hacia la una del mediodía, hora dominicana, aterrizamos en la isla.
Junto a nuestro avión, aterrizó otro casi a la vez, de modo que se formaron cuatro filas gigantescas ante la aduana. Por lo que se veía, abrian casi todas las piezas de equipaje. No sabemos si nos reconoció uno de los aduaneros o simplemente le dimos lástima, el caso es que no hizo una señal y nos dejó pasar sin más.
Petra nos esperaba a la salida y nos recibió con mucha emoción y alegría. En el coche enseguida comenzó a contarnos como iban las cosas. Entre otras cosas, nos dijo que ya tenía en casa algunas de las principales cajas y que el general ya no quería soltar nada más, antes de vernos, saber qué hay en las cajas y para quién es el contenido. Precavidos como somos, llevábamos con nosotros la lista detallada de todo el contenido del contenedor. Petra nos dejó en el Hotel y quedamos para el viernes a las ocho y media de la mañana.
Llegamos a la base aérea de Puerto Plata con sentimientos encontrados. En la barrera saludaron amablemente a Petra y nos dejaron pasar sin problemas. Un soldado nos acompañó hasta la antesala del general de brigada. Allí nos esperaba un gran recibimiento. Estrechamos las manos de tanta gente que ya perdimos la cuenta.
Después tomamos asiento cerca del aire acondicionado y nos sirvieron un "café de Navidad". Nunca lo habíamos probado y estaba francamente bueno. Al poco tiempo llegó el general y nos saludó muy brevemente diciendo que teníamos que cambiar la fecha a otro día. Algo andaba mal. Los tres teníamos esa sensación.
¿Se trataba de una simple estrategia de postergar el asunto? El caso es que nos llevaron al almacén y ahí pudimos ver como casi todas las cajas habían sido abiertas por la aduana.
Nos dejaron coger una caja con vitaminas, medicinas y vendajes y lo metimos en el coche de Petra. La siguiente cita quedó fijada para el día 21. Durante el fin de semana repartimos el contenido de la caja entre los empleados del hotel y sus familiares.
Repasamos nuestras listas y apuntamos todos los números de las cajas que teníamos previstas para hospitales.
El lunes por la mañana llegamos de nuevo puntualmente a la base aérea. Tras otra amable bienvenida nos pasaron directamente al despacho del general al que dimos la lista con los números de las cajas para los hospitales.
El general dijo que no había ningún problema y que daría orden para que se buscaran esas cajas y que podíamos pasar a recogerlas al día siguiente. Cuando Petra dijo que no disponíamos de un camión para llevarlo, el general nos prometió que nos lo haría llegar todo al hotel. También ofreció la ayuda de algunos soldados para el reparto con furgonetas. Todo lo que necesitáramos y todas las veces que hiciera falta.
Tengo que reconocer que la sonrisa del general fue en aumento a medida que leía la lista detallada del material guardado en las cajas. Luego, el general de brigada le pidió a Barbara que firmara en el libro de oro de la base aérea.
P.D. Trabajar con ropa oscura en un despacho sin aire acondicionado (por un apagón) es realmente un castigo.
Una vez pasados por todos estos requisitos, decidimos acercarnos al hospital de Puerto Plata para informarnos sobre su situación y sus necesidades. En compañía del doctor García pasamos revista a todas las estaciones y en algunos momentos lo que vimos nos sobrecogió y nos dejó impresionó sobremanera.
Dr.Garcia, Petra, Barbara, médico jefe
Unidad de cuidados intensivos (UCI)
Sin diagnóstico
UCI para prematuros
Después de visitar la UCI de prematuros nos sentimos tan deprimidos y emocionalmente tan tocados que decidimos hacer otro día una nueva visita.
(Traducido por A.K.)